lunes, 26 de noviembre de 2018

AMOR INMARCESIBLE



Lo vio llegar atravesando la densa niebla que cubría ese paraje del Tigre, niebla que asemejaba mil volutas de cigarrillos en un tórrido bar. Su silueta comenzó a dibujarse nítida y ella sintió esa punzada de dulce dolor que le producía el secreto encuentro.

Se arrebulló en la hamaca haciendo lugar, extendió sus brazos y entre el rocío  que la aurora tornaba iridiscente, acarició su amado rostro y depositó un  beso en esa boca que sabía a miel. Era él, el de siempre, el amor de su vida, su romántico osito de peluche.

Juntos se abandonaron al placer del amor, a gozar del silencio, a aprovechar esos instantes tan efímeros que la vida les estaba permitiendo.

Cobijados bajo una manta, abrazados en la soledad de aquel lugar y sin separar sus húmedas bocas los venció el sueño.

El sol comenzó a despuntar sobre las mansas aguas de aquel río, ella estiró su brazo sobre la hamaca y allí estaba aquel tierno osito de peluche que alguna vez alguien le regaló. Sonrió tristemente al pensar en ese sueño, en ese amor que la vida había convertido en inmarcesible, en ese amor que una vez quedó para siempre suspendido en el tiempo.

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