Mi relato "MI SOL" fue seleccionado en el Concurso "EL
CAMINO DE SANTIAGO"
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”
Con este estribillo comencé mi peregrinación hasta el
Con este estribillo comencé mi peregrinación hasta el
maravilloso Santuario del apóstol Santiago. Llevaba en mi
interior mil preguntas que clamaban respuestas, llevaba el
alma henchida de amor y de dolor, llevaba el corazón
lacerado por la incertidumbre, por la pena, por sentimientos
encontrados. Iba en búsqueda de esa luz, que alumbrara
mis más lúgubres pensamientos, que me sacara de la
oscuridad, que me diera paz y me enfrentara con la verdad,
por más dolorosa que fuera.
Me puse en camino lentamente, con mi pesada mochila a
cuestas, intentando descubrir en mi interior esa grieta
profunda que se había tragado parte de mi vida y por la que
se había introducido una dulce historia pasada, dormida por
décadas, pero cuya chispa de amor nunca se había apagado.
A medida que avanzaba encontraba otros caminantes, otros
peregrinos, que deseaban descubrir ese yo interno, purificar
sus pensamientos, reencontrarse con verdades. Cuando uno
comparte esas situaciones, el peso de la carga parece
alivianarse.
Me detuve en Finisterra a contemplar la puesta de sol, un
espectáculo alucinante. Pensé entonces que mi vida estaba
llena de soles, tan maravillosos como ese, pero que por
alguna razón, alguno había perdido su brillo y su
magnificencia. Observando sus paisajes espectaculares,
tomándome tiempo para reflexionar ante tantas
circunstancias de mi vida y mirando ese ocaso que me empequeñecía, me propuse llegar al final del camino con
la mente despejada y un nuevo sol que me alumbrara.
Mi mirada se pierde en el Camino de Santiago y recuerda
aquella adolescencia llena de alegría, aquel primer amor que se fue un día, aquel primer beso que quedó suspendido
esperando un regreso que nunca ocurrió. Y al pensar en ello
con un dejo de dulce tristeza, algo del peso del alma parece
menguar. Porque no es un peso haber amado, sino una
bendición haber conocido el amor.
Más tarde, cuando la primavera hace bullir la sangre y
arrebola las mejillas, volvió el amor, más responsable, más
maduro, con el equilibrio justo para comenzar un nuevo
camino. Ese sendero que comienza en el altar donde
juramos recorrer juntos el zigzag de la vida, tomados de la
mano, siempre con la vista puesta en un horizonte pleno,
nunca mirando hacia atrás.
Entonces me detengo a arrojar otra piedra, en este increíble
Entonces me detengo a arrojar otra piedra, en este increíble
Camino de Santiago que a cada paso me va purificando, me
va abriendo puertas, me va mostrando con claridad que
nuestra existencia tiene diferentes matices, solo debemos
saber interpretarlos y ajustar nuestros pasos y nuestros
sentimientos a los vaivenes que esos matices le imprimen a
la vida.
Cuando en nuestra mente se plantea la idea de recorrer el
Cuando en nuestra mente se plantea la idea de recorrer el
Camino de Santiago de Compostela, la meta fijada es llegar,
pero llegar no solo al lugar físico donde se alza la Catedral,
sino también llegar a la exploración de nuestro interior, a
descubrir el porqué de nuestros interrogantes, el porqué de
nuestros miedos, el por qué se desencadenan terremotos y
volcanes en una vida que parece tranquila y sin sobresaltos.
En una palabra, emprendemos el Camino de Santiago para
hallar en el final la respuesta que no encontramos y la paz que necesitamos.
Es en ese camino donde comenzamos a arrojar nuestro
Es en ese camino donde comenzamos a arrojar nuestro
peso psíquico y espiritual, ese con el que convivimos y que
de alguna manera y en algún momento, nos hace flaquear y
no nos deja avanzar.
Está solo en nosotros el poder vaciar la mochila que
Está solo en nosotros el poder vaciar la mochila que
cargamos desde el primer día, está solo en nosotros tener la
fortaleza de deshacernos del peso que nos agobia, está en
ese camino que recorremos, a veces en silencio, a veces en
soledad, encontrar las respuestas que permitan que, al
emprender el regreso al hogar, un nuevo sol despunte en
nuestro horizonte, un sol diferente que entibie cada mañana,
que ponga una sonrisa donde hay una lágrima y que con su
luminosidad y calor, diluya todos los por qué y le dé un
nuevo y maravilloso significado a la vida, a mi vida. Porque
desde que recorrí ese camino tengo un sol, Mi sol, que
nunca dejará de guiarme, alumbrarme y darme amor.
Julio, 2015.-
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