miércoles, 7 de noviembre de 2018

AMANECE




De costado, mirando hacia la ventana, amabas piernas apoyadas una sobre otra y el antebrazo sobre la cama, para poder observar mejor.
La sábana de hilo, suave y ligera, apenas alcanza a tapar parte de sus muslos y su sexo, ese que aún palpita después de una noche de amor.
La tez blanca, salpicada con pequeñas gotitas que brillan doradas con los rayos del sol.
La espalda en cuyo hueco se sienten esos pequeños y enloquecedores besos y la redondez de las caderas que atesoran esas atrevidas caricias que aquellas manos parecían querer cincelar y modelar.
El amanecer comienza a disipar las sombras y un gran sol rojo sangre emerge sobre las calmas agua, tiñendo la cresta de las olas y formando reflejos en su larga y suave cabellera.
Parece un cuadro, el marco de la ventana la captura justo en el centro de ese amanecer que despunta y hace brillar las gotas de rocío desperdigadas sobre el verde y frondoso jardín
Un mechón cae descuidado sobre su turgente seno, que en vez de ocultarlo parece querer envolverlo como lo envolvieron esas manos amadas, como lo besaron esos labios de fuego.
Cada centímetro de su piel manifiesta el ardor y el deseo sofocado con cientos de caricias y de besos.
Su mente parece recordar los gemidos mezclados con dulces y osadas palabras que encendían la lujuria y la necesidad de sentirse amada.
Las piernas laxas, descansan después de haberse enredado en su cintura y sus brazos tienen el aroma de ese abrazo en que fundieron sus cuerpos para amarse con pasión y con la locura que conlleva el deseo.
Su mano, de largos y finos dedos, aprisiona las arrugas de una sábana que conserva el calor de esa idílica noche.
En su rostro se dibuja una tenue sonrisa, como recordando dulces momentos, su boca carnosa y roja por el frenesís de los besos, y en sus pupilas, el sol naciente coloca destellos donde se lee la pasión que siente.
Así la veo yo, así la percibo, en esta foto amarillenta por el tiempo pero donde el amor de una noche quedó congelado en una pintura que irradia más calor que el fuego.




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