Este domingo te
invitaré a desayunar afuera.
A un pequeño barcito
que hay acá en la esquina.
Buscaremos una
mesa chiquita y apartada
Donde podamos unir
nuestras manos y tocar nuestras piernas.
Nos quedaremos un rato
más en la cama.
No quiero despertarte
ni apartarme de tus brazos.
Quiero sentir mi
cuerpo al tuyo pegado
Para que tu fragancia
y la mía se unan
Y den
lugar al perfume más sensual del universo.
Quiero sentir tu pecho
sobre el mío y tu respiración sobre mi cuello.
Quiero quedarme allí
quietita intentando descifrar este amor ciego.
Mirarte mientras
duermes y salpicar tu rostro con besos muy pequeños
Que no molesten ni
alteren tu sueño.
Quiero verte como a mi
pequeño niño
Acurrucado entre mis
brazos y sediento de mi cuerpo.
Quiero estar allí
cuando despiertes
Y tus ojos de miel despidan chispas,
Esas que encienden mi
pasión y mi deseo.
Y entonces sentir la
caricia de tus manos
y la humedad de tus labios sobre mi pecho.
Y amarte con pasión y
con locura,
abriendo las compuertas
de ese dique,
Compuertas que cerré
hace tanto tiempo
Pero que tus manos
persistentes y tenaces
van abriendo poco a poco,
Desatando un vendaval
de sensaciones.
Y después de tantos
besos y caricias,
de recorrer nuestros
cuerpos con avidez y con ternura,
Colocarás sobre mi
cuerpo esa bata blanca que tanto te gusta.
La dejaré entreabierta
para poder apoyar mi desnudez contra la tuya
Y que tus manos
acaricien mi piel sedienta,
sedienta de tus besos y caricias,
Sedienta de tu amor y
tu osadía.
Y así, radiante como
el sol
Que todas las mañanas
me regalas,
Tomaré tu mano entre
las mías
Y mientras nos sirven
el desayuno de un nuevo domingo,
Te miraré a los ojos para que puedas ver,
Como mi amor escapa
por ellos.
JULIO, 2016.-
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